Por un segundo me sentí protagonista de un naufragio, me sentí arrastrada y embestida por la soledad. Después, simplemente desperté y al encontrarme con la imagen reflejada en el espejo sonreí, pues me di cuenta que me encontraba bajo el embrujo de Helena, la de Troya...yo era ella, capaz de convertir la alcoba en un campo de batalla, capaz de mover ejercitos. Al mismo tiempo era una estrella de mar, aquella que después de ser mutilada vuelve a renacer, enteramente nueva, enteramente entera, completa...
4 comentarios:
Demonios, pues yo me siento como el pobre Hector, a merced del destino, de los movimientos de otro, esperando que esto solo puede ir a peor, jajajajaja. Besos.
Yo decidi sentirme Helena...y está pinta bien!! Besos para ti!
Jajajaja, procura no provocar guerras y no olvides que tú eres la señora de tu reino. Símplemente, agarra la rienda y ve donde quieras.
Eso es justamento lo que estoy haciendo y me encanta!!! Besos nena!
P.D. en cuanto a las guerras no te procupes que esas solo las quiero en un lugar, jajajaja!
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