En tu cuerpo encontré el camino al paraíso, la ruta perfecta que sosiega la espera. En tu nuca se abre la puerta que libera mi ansiedad. En tu columna vertebral está la escalera que me conduce al infinito, al deseo de encontrarte, de besarte, de prolongar el instante eterno que conduce hasta la gloria.
Con cada palpitar mis dedos se resbalan por tu espalda, con cada suspiro me enfrento a la realidad desbordada, con cada mordisco me desangro al liberar el anhelo voraz que consume mi interior.
Y en la sombra de la cinco de la tarde, que se refleja en tu cara, puedo ver las espinas que se clavan en mi corazón tan hondamente que el dolor desaparece para dar paso al éxtasis.
2 comentarios:
En fin, me retiro a mis sombras rumiar alguna lagrimita. GRande, como siempre.
Gracias, siempre es agradable encontrar tus comentarios!
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